La Feria terminó como solo Sevilla sabe hacerlo: con fuego, luz y poesía sobre el cielo.

Estuve allí, frente a la Torre del Oro, con la cámara como testigo y el alma vibrando. Cada explosión en el cielo era un aplauso a todo lo vivido. Cada reflejo en el río, una despedida luminosa a una semana que nos reconcilia con la alegría.

Fotografiar los fuegos artificiales no es solo captar color: es congelar un suspiro colectivo, ese instante en que miles de personas levantan la vista y sienten lo mismo. Asombro. Nostalgia. Gratitud.

La Torre del Oro, testigo de siglos, brillaba bajo los destellos, recordándonos que las cosas más hermosas no se tocan: se sienten.

La Feria se despide

Francisco Guerrero

📸 Gracias a quienes compartieron este momento conmigo. A veces, el cielo también sabe decir adiós con elegancia.