La semana pasada vivimos en Imago una experiencia de esas que dejan huella: un taller completo de fotografía de boda enel espectacular cortijo La Corbera. No fue una boda real, pero os aseguramos que la emoción, la entrega y la belleza del día lo parecían.
Vestuario: www.instagram.com/carmenlatorre.es/ www.instagram.com/alavaquera.es/

La emoción no se fabrica, se atrapa. Y solo si estás presente.


Formarse es mucho más que aprender técnica.
Es descubrir tu mirada, tu estilo y tu forma de contar el mundo.

La luz no se espera, se busca.
Cada escenario nos obligó a leer la luz y adaptarnos, desde contraluces hasta luz dura en exteriores.
Dirección con tacto y propósito.
Guiar sin imponer, dirigir sin romper la magia. Así se trabaja con las parejas.



El backstage también educa.
Aprender observando al compañero, compartiendo errores, buscando soluciones juntos.

Velocidad, sensibilidad y precisión.
Capturar la emoción sin perder el control técnico: esa es la clave de un fotógrafo de bodas.
Exposición perfecta en tiempo real.
Aquí no hay segundas oportunidades: si no lo clavas, lo pierdes.



Cuando el mundo va deprisa, nuestras fotos detienen lo que de verdad importa.
No solo fotografiamos bodas. Congelamos instantes que sostienen una historia para siempre.
La fotografía de bodas no trata de vestidos, flores o protocolos. Trata de miradas, silencios, manos que se buscan, lágrimas que no se contuvieron, y promesas que aún no se han dicho en voz alta. Nuestro trabajo es guardar todo eso. Con respeto, con arte y con verdad.


Una boda no se fotografía, se respira, se siente y se honra.
Una boda es una celebración, sí. Pero también es un rito de paso, un pacto íntimo, un acto de valentía. Y ahí estamos nosotros, testigos con alma, transformando lo efímero en eterno.
Donde muchos ven una pareja, nosotros vemos una historia que merece ser contada con verdad.


Dess & Ra: el amor se hizo piel, se hizo risa, se hizo silencio cómplice. Gracias por prestarnos vuestra luz.
Capturar el amor es una responsabilidad sagrada.
Los grandes fotógrafos de boda no buscan la perfección: buscan la emoción cruda, el instante antes del beso, la risa nerviosa del padre, el sol entrando justo cuando nadie lo espera. Y lo atrapan. Para siempre.


Mi trabajo no es solo técnico: es emocional, sensible y profundamente humano.
Hay algo mágico en mirar a través del visor y sentir que ese momento… ese… es eterno. Esa es la diferencia entre una imagen y una fotografía.»